San Bishoy (Pishoy, “justo” en copto) es conocido en la Iglesia Romana como San Paisio El Grande. Bishoy nació en 320 A.D. en el seno de una familia cristiana con varios hijos cerca del Rio Nilo.
Poco después, un angel se le apareció a la madre de Bishoy para informarle que su hijo había sido escogido de entre todos sus hermanos para servir al Señor.
Como supuestamente “Bishoy era demasiado débil e imperfecto” su madre consideró que se trataba de un error.
No obstante, el ángel dijo que “con el poder de Dios, la imperfección es perfecta”.
En 340 A.D. a la edad de veinte años, Bishoy se unió al monasterio de San Bimwa en el desierto.
En este monasterio, el santo se hizo compañero de San Juan, un monje al cual San Bimwa había ordenado plantar un palo seco para demostrarle que de él también puede surgir un árbol con frutos.
Al morir el Abad, un ángel ordenó a San Bishoy que se fuera a vivir como ermitaño a una cueva cercana al monasterio de Santa María en El-Surian.
Era tal su devoción, que a veces llegaba a amarrar su cabello a un gancho desde el techo de su cueva para poder rezar sin quedarse dormido. Bishoy solía llorar para que sus hijos espirituales se arrepintieran de sus pecados. Además, recitaba constantemente el Libro del Profeta Jeremías.
En una ocasión, un hombre rico le ofreció un regalo suntuoso. Sin embargo, el santo recordó que Dios le había prevenido sobre una conspiración del diablo para tentarle con riquezas. Al volver a su cueva, el santo encontró al diablo llorando, culpándolo por arruinar sus planes con tanta humildad.