El Sacramento del Sacerdocio fue instaurado por Nuestro Señor para guiar su rebaño mediante personas que El consagró para servirle.
Apocalipsis 1:6.
Él hizo de nosotros un reino y sacerdotes para su Dios y Padre, a El sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.
El antecedente principal del sacerdocio cristiano se encuentra en el Antiguo Testamento. Ahí se narra la institución del sacerdocio de Israel con palabras casi idénticas a las de Nuestro Señor en el Apocalipsis:
Éxodo 19:6. Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; 6y vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.
Los obispos y los sacerdotes son los sucesores de los Apóstoles, por la mano que fue puesta sobre ellos.
Hechos 14:23. También nombraron ancianos en cada iglesia, y después de orar y ayunar los encomendaron al Señor, en quien habían creído.
2 Timoteo 2:2. Lo que me has oído decir delante de muchos testigos, encárgaselo a hombres de confianza que sean capaces de enseñárselo a otros.
El obispo tiene la máxima autoridad sacerdotal en el lugar donde ejerce su ministerio.
Tito 1:5. Cuando te dejé en la isla de Creta, lo hice para que arreglaras lo que quedaba por arreglar y para que, en cada pueblo, nombraras ancianos de la iglesia, de acuerdo con lo que yo te encargué.
1 Timoteo 3: 1-7. Si alguien aspira al cargo de presidir la comunidad, a un buen trabajo aspira. Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible. Debe ser esposo de una sola mujer y llevar una vida seria, juiciosa y respetable. Debe estar siempre dispuesto a hospedar gente en su casa; debe ser apto para enseñar; no debe ser borracho ni amigo de peleas, sino bondadoso, pacífico y desinteresado en cuanto al dinero. Debe saber gobernar bien su casa y hacer que sus hijos sean obedientes y de conducta digna; porque si uno no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios? Por lo tanto, el dirigente no debe ser un recién convertido, no sea que se llene de orgullo y caiga bajo la misma condenación en que cayó el diablo. También debe ser respetado entre los no creyentes, para que no caiga en deshonra y en alguna trampa del diablo.
El Sacerdote es responsable de los Sacramentos de la Iglesia.
Hechos 14:23. También nombraron ancianos en cada iglesia, y después de orar y ayunar los encomendaron al Señor, en quien habían creído.
Para ayudar a los sacerdotes, están los diáconos, de los cuales se habla lo siguiente:
1 Timoteo 3:8-13. Asimismo, los diáconos deben ser hombres respetables, que nunca falten a su palabra ni sean dados a emborracharse ni a desear ganancias mal habidas. Deben apegarse a la verdad revelada en la cual creemos, y vivir con conciencia limpia. Primero deben pasar un período de prueba, y después, si no hay nada en contra de ellos, podrán servir como diáconos. Igualmente, las mujeres deben ser respetables, no chismosas, serias y fieles en todo. Un diácono debe ser esposo de una sola mujer, y saber gobernar bien a sus hijos y su propia casa. Porque los diáconos que realizan bien su trabajo, se hacen dignos de un lugar de honor, y podrán gozar de gran tranquilidad gracias a su fe en Cristo Jesús.